Las infecciones respiratorias bajas (tráquea, bronquios y  pulmón). Por neumonía se entiende a la inflamación del parénquima pulmonar que  habitualmente es debida a un agente infeccioso. Se diferencia de las  traqueobronquitis en que éstas respetan el parénquima pulmonar, por lo cual no  se acompañan de manifestaciones radiológicas. Las complicaciones más frecuentes  de las neumonías son el empiema, el absceso de pulmón y la bacteriemia, siendo  importante descartarlas por sus particulares implicaciones terapéuticas. Por  otra parte, es inhabitual el desarrollo de otros focos sépticos a distancia. La  insuficiencia respiratoria y el shock son las causas principales de  fallecimiento de los enfermos con neumonía.  
Existen diferentes maneras de clasificar las neumonías. Las  más antiguas están basadas en la duración de la enfermedad, diferenciándose en  agudas, subagudas y crónicas. También es clásico recurrir a las observaciones de  las técnicas de imagen para caracterizar los cambios en neumonía lobular,  bronconeumonía, neumonía intersticial o necrotizante y sus hallazgos  acompañantes como adenopatías, atelectasias o derrame pleural. Desde un punto de  vista práctico, resulta más útil clasificarlas de acuerdo al grupo de población  que afectan, y así se clasifican en neumonía comunitaria, neumonía nosocomial,  neumonía de los asilos (nursing home pneumonia), neumonía en pacientes  ventilados (ventilator-associated pneumonia), neumonía en pacientes con  defectos inmunológicos específicos (granulocitopénicos, infectados por el virus  de inmunodeficiencia humana, con deficiencias de la inmunidad celular o con  fibrosis quística) o neumonía por aspiración, entre otras. Esta forma de  clasificarlas es de gran utilidad práctica, porque cada situación se asocia a  diferentes agentes infecciosos, requiere una evaluación diagnóstica y un enfoque  terapéutico individualizado y tiene implicaciones pronósticas. Las neumonías  comunitarias se han separado clásicamente en atípicas o típicas de acuerdo a la  forma de presentación. Aunque, en formas leves, puede tener cierto interés  conservar esta denominación, en las presentaciones graves resulta imposible  distinguir los patógenos de acuerdo a la presentación clínica. Por este motivo,  recientemente se ha tendido a clasificar las neumonías comunitarias de acuerdo  con la gravedad, la edad de los pacientes y la presencia de enfermedades  asociadas, diferenciándose los episodios en cuatro grupos según requieran  ingreso en cuidados intensivos (severe community-acquired pneumonia),  requieran hospitalización convencional, se presenten en pacientes ancianos o con  enfermedades asociadas pero que pueden tratarse ambulatoriamente o afecten a  sujetos sanos de edad no avanzada que pueden tratarse también de forma  ambulatoria.
cuadro clinico 
Los síntomas que deben hacer sospechar una neumonía se  centran en la presencia de fiebre combinada con secreciones respiratorias  purulentas y síntomas respiratorios como tos, dolor torácico o disnea. Los  pacientes con enfermedades asociadas o ancianos pueden presentar una forma más  insidiosa, en la que puede faltar la fiebre, dominando síntomas generales como  pérdida de peso, fatiga, sudación nocturna o disnea de reposo. La exploración  debe ir dirigida a identificar la presencia de fiebre, de estertores crepitantes  o un soplo tubárico, así como identificar signos de consolidación a la  exploración física o radiológicamente. Además de tomar la tensión arterial, es  obligado registrar la frecuencia respiratoria, porque resultan los dos signos  principales para identificar presuntivamente una posible mala evolución. 
Diagnostico Por Imegen
La prueba diagnóstica más importante es la radiología  torácica, porque resulta esencial para confirmar la sospecha diagnóstica. La  distinción entre traqueobronquitis o neumonía puede resultar imposible sobre la  base de las observaciones clínicas. Se trata de una enfermedad del espacio aéreo  que se manifiesta como una opacidad mal definida, con distribución lobular o  segmentaria, que presenta broncograma aéreo. La radiografía de tórax resulta  poco específica para diferenciar otras condiciones clínicas como atelectasias,  infarto pulmonar, carcinoma u otras condiciones pulmonares que cursan  acompañadas de opacidades. Sin embargo, es muy sensible, debiendo considerar  entre las causas raras de falsos negativos: la presencia de deshidratación  grave, neutropenia grave, neumonía por Pneumocystis carinii o estadios  iniciales de la infección. Además de guiar determinadas maniobras terapéuticas,  la presentación radiológica también tiene implicaciones pronósticas. Aunque las  imágenes radiológicas no permiten identificar con seguridad la etiología, la  combinación de ciertos signos (adenopatías, cavitación, nódulos únicos o  múltiples, entre otros) con los antecedentes, debe permitir poder sospechar  determinadas etiologías. Hay que tratar de identificar la presencia de  complicaciones, como cavitación o líquido pleural. La presencia significativa de  líquido pleural exige una toracocentesis, por sus implicaciones terapéuticas. En  caso de derrame tabicado o dificultad de punción, la toracocentesis debe  realizarse bajo control ecográfico. Finalmente, cuando se presenta una lenta  resolución clínica, si existen dudas sobre la presencia de cavitación o el grado  de afección pleural, o si se precisa el diagnóstico diferencial con una masa  tumoral (por neumonías recurrentes, necrotizantes o acompañadas de pérdida de  volumen), está indicado practicar una TC torácica. 
  
 
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